Jugador que sienten esta clase de partidos, como pocos, lo sufre, lo analiza, habla del Clásico semanas antes del partido.
Ese es Walter Flores, que como algo curioso no llevó el cinto de capitán en Bolívar tras la salida de Nelson Cabrera, Juan Carlos Arce se hizo dueño del cintillo. Pero para Flores eso no importó al final se fue solo, antes que llegue el grupo a la Curva Norte a ofrendarle el triunfo a su gente, miraba desafiante a todos y con una sonrisa levantaba los brazos.
El 16 de Bolívar, sacó del partido a los mejores hombres del Tigre en el medio campo, lo hizo a su estilo, poniendo frenos, poniendo puntos, siempre con rigor, pero sin entrar en el campo de la mala fe en su actuar. Cuando Cabrera se fue, el último hombre fue Walter Flores, que tuvo un par de pie a pie con Escobar, se los ganó ambos, que fue al piso las veces que fueran necesarias, que es ovacionado por cualquier bolivarista por esa su entrega. Por eso Flores celebró así este clásico, fue distinto para él -se notó- pero fue distinto para Bolívar que ganó tras un año de sequías en duelo entre paceños y que además lo mete en la pelea, “Ganamos con el corazón, las cosas están de nuevo en su lugar” dijo este señor al terminar el juego.