La fábula de la liebre y la tortuga

Un clásico de Esopo: la competencia en la que la liebre, rápida por decreto de la naturaleza, inopinadamente.

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Un clásico de Esopo: la competencia en la que la liebre, rápida por decreto de la naturaleza, inopinadamente pierde una carrera de velocidad nada menos que contra la tortuga. Y la tortuga, lenta, paciente, serena, gana. Sí, la tortuga es Argentina, con su fútbol lento y con una paciencia que a ratos saca a todos de quicio. Y la liebre, la récord de velocidad, la que cambió el fútbol total por las salidas arteras de contragolpe y las carreras mortales de sus calvitos es Holanda, la que hacía pensar “¿Cómo detenemos a Robben?” mientras ellos pensaban “¿Cómo detenemos a Messi?”.

Negocio hecho. Messi apareció apenas, siempre en medio de un bosque de tulipanes, Higuaín no apareció, salvo a ratos por la derecha tratando de tirar centros. Vlaar, Martins Indi, De Jong, se turnaron para obstruir cualquier posibilidad de creación de la Pulga o del Pipa. Y por el otro lado, Robben y Sneijder se estrellaron contra Mascherano, Zabaleta y un Demichelis impecable. Van Gaal mandó hacer cambios, A ver si Huntelaar lo lograba y no pasó nada. Pachorra pensó lo mismo, a ver si Palacio y el Kun abrían el partido, pero no. Era como ver a dos candados tratando de abrirse sin una llave. En eso el tiempo extra y la constatación: con tres cambios hechos por lado, Holanda ya no podía poner a Krul para los penales. La no presencia del hayense cara de forajido de 1,93 metros ya era una desventaja. Y Cillesen, que nunca había parado un penal en su carrera –he ahí el origen de la decisión del cambio ante Costa Rica–.

No, no fue un partido con emociones. Apretado en el medio, trabado, con muy pocas llegadas a los arcos, altamente táctico. Las cámaras dejaban ver a un Sabella nervioso, a punto de repetir el blooper que lo convirtió en meme famoso, Van Gaal más colorado que de costumbre, descontento. Algunos lo llaman antifútbol, amarrar a los generadores de juego vistoso y ahogar los gritos de gol desde mucho antes que la posibilidad de éstos sea imaginable. Pero sobre el terreno de juego, es una tácica de guerra similar a la de sabotear las armas enemigas para que no puedan entrar en acción.

Ahora a esperar el domingo. ¿Cómo hará Sabella para detener a esa terrible maquinaria de hacer goles que es Alemania? ¿Tendrá Messi algún espacio para hacer lo que hace en el Camp Nou? ¿Se quedará la copa más deseada del mundo en Sudamérica o se irá a Munich por los próximos cuatro años? No lo sabremos hasta el domingo. Que lindo que es el fútbol, que lindo.

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