Brasil y Alemania llegan a la primera semifinal con roles invertidos, como si se hubieran cambiado las personalidades de dos equipos que tradicionalmente mutaron su estilo, y hasta su confianza.
Históricamente Brasil es el del juego alegre, relajado y sin presiones. Alemania todo lo contrario, rudos, con marca fuerte y buscando romper la confianza del rival para conseguir su propia auto confianza.
Cuánto habrá cambiado el mundo que eso es totalmente inverso hoy en día, la Mannschaft aparece como la más pintada, la mejor plantada de un duelo de campeones en el que además Brasil es el local, pero sin embargo los germanos son los favoritos. Toda una rareza que se explica en el cambio de filosofía de un juego organizado y globalizado.
Hace más de ocho años que Alemania trabaja con una base de jugadores para cambiar la mentalidad de una generación de futbolistas capaces de hacer soñar a su país con un “jogo bonito” que era -en otros tiempos- exclusividad brasileña. Algunos hasta llegan a decir que el “tiki taka” español, ha sido mejorado por la forma de organizar el fútbol alemán.
Y es otra visión de fútbol, disciplinado, organizado, compacto, reduciendo espacios y quitando margen de error a los problema individuales, con un gran trabajo colectivo.
Brasil en cambio ha mutado al revés, ya hace más de 10 años que el “Futbol Arte” que nos tenían acostumbrados los cariocas, no aparece, no se ve por las canchas de Sudamérica y el Mundo, más aún que la única esperanza de lujo y calidad técnica se bajó del mundial -tras el siniestro rodillazo de Zúñiga- y lo dejó con una vertebra rota.
El “Saque si quiere ganar”, o el levantarla lo más lejos posible del arco ahora reina en una selección que históricamente peleó contra esa filosofía llamada por ellos mismos como de “anti fútbol”, ahora es su pan diario en la canarinha y Felipao, una de sus mejores expresiones en tierra de la samba.
No es que Alemania este por encima 10 escalones a Brasil, quizás dos o tres, pero son salvables, las campañas han sido similares, Ghana y Argelia con algo de inteligencia -simplemente- han complicado a los teutones, mientras que a Brasil lo complicaron con la angustia a la que se somete a cada partido, presionándolo y recordándole los viejos fantasmas.
Será una serie muy apretada, casi cerrada, pero que no le quede duda a nadie que aquí juega Alemania de blando y Brasil de amarillo, a pesar que hayan intercambiado algunos roles, es un duelo que el Mundo estaba esperando.
