La única selección que hacía su debut en el Mundial de la FIFA, quedó en el camino y con el se van los sueños de una generación, que sin embargo ya dio pasos enormes de ilusión a los que vienen por atrás.
Nigeria ha dado un paso de gigante hacia los octavos de final del Mundial de Brasil tras derrotar a Bosnia gracias a un solitario gol de Odemwingie. Bosnia luchó hasta el final, hasta reclamó un gol que no fue, se va eliminada, pero dio más que un paso gigante en otro terreno.
Bosnia tiene 22 años como Estado y arrastra un asfixiante peso de la guerra, la que los independizó de Yugoslavia y todas las anteriores, que pusieron a la región como inesperado enclave para detonar los peores conflictos de la historia mundial.
Begovic, Ibisevic por ejemplo integraron la legión de desplazados (casi 2 millones). Otros, como el gran emblema Dzeko, vio morir a familiares.
Por todo eso estos chicos bosnios, son “los niños de la guerra” y no lo ocultan. Por el contrario, los jugadores en el Mundial se han convertido en el símbolo y el sentido de pertenencia para los bosnios en todo el mundo, los nacidos allí, los hijos y nietos de bosnios, ahora luego de haber vestido camisetas ajenas, son bosnios, propios de su pueblo, de sus raíces y quieren volver de nuevo a un Mundial como lo hicieron Dzeko y compañía.
Ya saben que la guerra terminó, ahora se puede soñar, crecer, ya lo vieron en sus jugadores, esto también logra el fútbol en las sociedades.