Fuente: Informe de Rafael Sempértegui en el diario La Razón publicado el 14/10/2013
No se jugó el partido The Strongest-Oriente. Bolívar quedó varado en Sucre. Independiente no pudo salir de La Paz. La Liga tuvo que postergar toda una fecha posterior por la convulsión y hasta la Conmebol reprogramó un partido del Tigre por la Copa Sudamericana. Ocurrió hace diez años, cuando el fútbol nacional tuvo que parar —y en general el deporte boliviano lo hizo— porque no era inmune a ‘octubre negro’.
No se jugó el partido The Strongest-Oriente. Bolívar quedó varado en Sucre. Independiente no pudo salir de La Paz. La Liga tuvo que postergar toda una fecha posterior por la convulsión y hasta la Conmebol reprogramó un partido del Tigre por la Copa Sudamericana. Ocurrió hace diez años, cuando el fútbol nacional tuvo que parar —y en general el deporte boliviano lo hizo— porque no era inmune a ‘octubre negro’.
La convulsión social que estalló el sábado 11 de octubre de 2003, con la muerte de dos personas en El Alto, se extendió a los días posteriores. Antes habían comenzado los paros y bloqueos, dando lugar a que estallara una rebelión popular.
“Al inicio no teníamos real dimensión de lo que pasaba, hasta que se postergó el cotejo con Oriente y ya se habló de fallecidos. Después ya no pudimos entrenar porque ni siquiera se podía llegar a Achumani”, recuerda el entonces lateral de The Strongest, Limber Morejón.
El ahora DT de Wilstermann, que en 2003 dirigió al aurinegro, el argentino Néstor Clausen, rememora que los clubes tuvieron que dejar de practicar varios días debido a la situación. “A los dos días que el conflicto comenzó ya no estaba el equipo completo, pues no había forma de reunirlos a todos los jugadores. Como dije en su momento fue más que un cacerolazo que le hacían a (Fernando) De la Rúa” en Argentina.
Para el sábado 11 y domingo 12 de octubre estaba programada la décima jornada del Clausura. Se jugaron cinco de los seis partidos, porque en La Paz The Strongest y Oriente ya no pudieron hacerlo. Las condiciones no estaban dadas.
The Strongest y Sao Paulo debían jugar el jueves 16 por la Copa Sudamericana, pero la Conmebol se vio obligada a reprogramar ese partido para el 29.
Cuando el sábado 11 estalló la rebelión con la muerte de dos personas, Iberoamericana jugó con Independiente Petrolero de Sucre en el estadio Siles.
Víctor Hugo Andrada, que era el técnico de la visita, recuerda que la delegación llegó en bus un día antes, pero se topó con los bloqueos en Achica Arriba, así que el plantel se tuvo que bajar y caminar unas cuatro horas. “Llegamos a la Ceja y bajamos en taxis a La Paz. Había un ambiente complicado, pero igual jugamos. Lo más duro fue no poder regresar a Sucre y nos tuvimos que quedar una semana”.
Atlético Independiente, de Cochabamba, que también jugó ese sábado, pero por la Copa Simón Bolívar, ante La Paz Fútbol Club, también se quedó “atrapado” por el conflicto.
Bolívar, que el domingo 12 actuó en Potosí frente a Real y ese mismo día volvió a Sucre, sin embargo el lunes ya no pudo volar de regreso a La Paz como estaba previsto, porque el aeropuerto alteño estaba inoperable y bloqueado.
“Estuvimos cinco días en la Capital. Allí no se sintió nada del conflicto, lo malo era que no había como llegar a La Paz y cuando lo hicimos igual no entrenamos durante varios días porque seguía el problema y no había transporte”, según Mauro Machado, el portero académico de entonces.
Una de esas tardes de convulsión Machado salió a intentar cargar gasolina en Villa Fátima, cerca de donde vivía. “De pronto, en la gasolinera, apareció una turba y me quiso agarrar, no tuve otra que poner el retro del auto y escaparme. Más bien no pasó nada, gracias a Dios”.
El finado presidente celeste, Mauro Cuéllar, decía —cuenta Machado— que tenía desparramados a sus jugadores: unos en Sucre, otros en La Paz y otros detenidos en Santa Cruz con la selección boliviana, que volvía de un amistoso en Estados Unidos.
La Liga, mediante Nyls Carmona, secretario general, postergaba la undécima fecha. Lo propio, la ANF paraba la Simón Bolívar y torneos de otras disciplinas quedaban suspendidos. El certamen liguero volvió a jugarse el 22 de octubre.
No había mucho para comer y se extrañaba a la familia
El ulular de las ambulancias que transportaban muertos y heridos generó crisis psicológica en los jugadores de Independiente Petrolero, de Sucre, que estaban hospedados en un hotel muy cerca del estadio, por donde era inevitable escuchar sirenas que iban y venían.
El cuadro capitalino no pudo regresar luego de jugar con Iberoamericana, porque no había por donde salir de La Paz.
Ricardo Torrico, entonces jugador de Independiente, sostiene que “fue traumante, porque vimos tanques, luego ambulancias, marchas; todo era lío, era increíble. Además, cuando llegamos en la flota, nos quedamos lejos de la Ceja y tuvimos que caminar harto hasta encontrar taxis”.
El ahora DT de Tiquipaya recuerda que los alimentos fueron desapareciendo, porque para el hotel ya no era fácil conseguirlo. “Sólo quedaban salchichas y galletas. No, se puso feo. Fue increíble. No sé cómo jugamos el partido, porque después reventó todo. Además, tanto tiempo fuera ya extrañábamos más a la familia. Nuestros seres queridos nos llamaban y ellos también se inquietaban y preocupaban por lo que ocurría en La Paz”.