Walter Flores, jugador de Bolívar, buena persona, buen jugador, técnico, tiene ascendencia con sus compañeros. Infelizmente, pasa más tiempo suspendido, porque es de la escuela de los que dentro de la cancha llevan radicalmente la tarea de la marca. Escuela que viene de hace tiempo en el fútbol boliviano y mundial. Es el “viejo volante de contención” cuando, hoy, el fútbol exige volantes que defiendan (a veces sin tocar al adversario) y ataquen con la misma solvencia.
Cabe a los entrenadores explicar que la marca es incumbencia de todos y no de un único jugador. En el caso de Flores, una pena, porque, a su edad, ya no podrá reacomodarse a los nuevos vientos futbolísticos. Para no decir que Flores es el único con esas características, ese comportamiento es un equívoco del fútbol boliviano que viene de hace tiempo.
Hay historia
De los que más recuerdo en el país es de Eduardo Angulo, que debutó en la Cuarta División del Universitario de La Paz, y que, de niño, jugando de centro delantero, extremadamente habilidoso, hacía bailar a sus marcadores (entre ellos este escriba que jugaba en Bolívar). Pues bien, Angulo jugó en The Strongest y llegó a la selección boliviana como lateral derecho, con muchos méritos; hoy es recordado por su garra y temperamento y no por su técnica que era muy apurada.
Otro ejemplo, Leonel Reyes, oriundo del fútbol sala, donde la marca y la habilidad deben tener la misma proporción, fue aprovechado en Bolívar y a la selección nacional, más por su fuerza en la marca que por su calidad técnica y habilidad. Uno de los jugadores que muy difícilmente perdía un pase. Infelizmente, se quedó con la fama de “destruidor”.
El que se salvó
Desde niño, cuando se acostumbraba colocar en los entretiempos del estadio Siles a los niños para corretear, un rubiecito siempre se destacó: Alejandro Chumacero. Habilidoso, veloz, sin temores, mirando hacia adelante y con el balón pegadito a sus pies. Pues por esas características fue contratado por el Sport de Recife de Brasil. En realidad, de cierta forma, fue salvado, porque estaba caminando rumbo a engrosar la lista de los “volantes de contención“. Está cierto que Eduardo Villegas le daba más libertad en el Tigre, pero, en la selección, la orden era, primero, marcar.
El origen del “volante de contención”
En tiempo, es bueno recordar que el “volante de contención” fue “inventado” en el Mundial de Inglaterra, en 1966, por Otto Gloria, brasileño que entrenaba a la selección de Portugal, quien preparó y colocó al jugador Morais, con la única incumbencia de esperar y contener a Pelé de cualquier forma (en la foto, de 1966, el gran Eusébio, de Portugal, consuela a Pelé que se encuentra en el suelo, después de “marcado” por Morais)), antes de que llegue al medio círculo del área grande. Y lo consiguió, porque, a golpes, Portugal venció a Brasil por 3 a 1, eliminándolo del torneo.
Así, desde el Mundial de 1966, los grandes jugadores siempre fueron víctimas de los llamados “volantes de contención”, oficio destinado, en tesis, generalmente a los menos técnicos, lo que, convengamos, en el caso de Bolivia, no es el caso de Flores, Angulo, Reyes y mucho menos Chumacero.