Promesas o Realidades

Para muchos, y sobre todo para Azkargorta, las buenas actuaciones de Arrascaita y Quiñoes en el empate contra Ecuador, 1 x 1, .

JOVENES PROMESAS

Para muchos, y sobre todo para Azkargorta, las buenas actuaciones de Arrascaita y Quiñoes en el empate contra Ecuador, 1 x 1, sirvieron para disimular, en la recta final de las Eliminatorias, el melancólico caminar de la selección boliviana.

Escribí en columna anterior (“Las incoherencias de Azkargorta”) que nada cambiaría en el fútbol nacional, sea cual fuere  el resultado de los dos últimos partidos. Y así fue, está siendo y será, si no evolucionamos en los conceptos (ideas) para entender mejor la relación del  fútbol con la sociedad. O sea, si no cambiamos nuestra cultura futbolística.

Primero, debemos comprender cuando un jugador es una promesa o una realidad.

Particularmente, no considero a Arrascaita y Quiñones “revelaciones”, porque revelación que promete, en el fútbol, es cuando aparece un jugador de 17, 18 años, edades en las que éste o aquél joven debe estar listo para profesionalizarse. A los 19, 20 años los jugadores ya deben ser una realidad.

Y Arrascaita y Quiñones, que ya son una realidad, aparecieron en Bolívar, después de haber sido promesas salidas de canteras  de otras latitudes, precisamente de Santa Cruz de la Sierra y de los Yungas, y no precisamente de Tembladerani. Con eso no queremos negar que Bolívar (entiéndase, sobre todo, Oscar Villegas) les diera la gran oportunidad.

En mi modo de entender, los dos jugadores no aparecieron antes para el profesionalismo, o sea en Bolívar y en la selección, porque los entrenadores (Hoyos, Portugal y Azkargorta) no tuvieron el coraje de lanzarlos, prefiriendo cuidar sus espaldas con jugadores veteranos, sobre todo extranjeros.

Arrascaita y Quiñones (como Chumacero  y Cardozo a su tiempo y otros) apenas son víctimas del miedo y temor  de los entrenadores, que, presionados por dirigentes e hinchada por victorias, o por mantener prestigio, en el caso de Azkargorta, no confían en jugadores que a pesar de jóvenes, son una realidad. La pregunta es: ¿cuántos chicos estarán esperando una oportunidad?

Porque ese es nuestro mayor equívoco cultural futbolístico: confundir el calendario atlético del jugador de futbol con su calendario biológico, que no son lo mismo. Hay jugadores jóvenes que son física y técnicamente mejores que otros de mayor edad y experiencia, lo que les falta es jugar.

Por eso es que reclamamos tanto la necesidad de que los clubes trabajen con niños con capacidades futbolísticas y acaben con las famosas “escuelas de fútbol”, porque el que no tiene talento, no lo va adquirir pagando una mensualidad. Talento no se compra, se nace con él.  Y a los niños talentosos hay que ayudarles en su formación y no cobrarles por entrenar.

Es necesario que los clubes afiliados a la Federación Boliviana de Fútbol, entiendan que invertir en la cuarta, tercera y segunda divisiones de fútbol, con torneos paralelos a los de la Liga, como acontecía anteriormente, les traerá enormes beneficios.

En esa dirección deben trabajar conjuntamente  el Ministerio de Educación y el futuro Ministerio de Deportes. Tienen que incluir en el currículo, el retorno de la obligatoriedad de la Educación Física y Deportiva en escuelas, colegios y universidades.

Porque formar buenos futbolistas significa formar buenos ciudadanos.

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