Bolivia fue uno de los primeros países de Sudamérica en recibir apoyo de la FIFA a través del Proyecto Gol para la construcción de un Centro de Alto Rendimiento (CAR), cuyas obras comenzaron en 2000, pero, paradójicamente, hasta la fecha no funciona. En los últimos 13 años, 29 proyectos de diferentes índole se llevaron a cabo en esta parte del continente americano, y solo el que se encuentra en el municipio cochabambino de Vinto no beneficia a nadie porque no se resuelven los inconvenientes con los derechos de propiedad de las 11 hectáreas de terreno, donde está la infraestructura.
Esta información es contundente y al mismo tiempo perjudicial para el país, que no podrá recibir más ayuda del Proyecto Gol si no pone a funcionar el CAR, que desde 2002 está concluido, pero que ninguna selección de fútbol del país lo ha utilizado en su preparación. Su inauguración ya fue anunciada en varias ocasiones por el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), Carlos Chávez. Luego, el dirigente tuvo que frenarse ante la falta de un acuerdo con el municipio de Vinto, que entregó el terreno en comodato y que hoy desconoce a la Fundación CAR, que nació en 2005 cuando la FBF tenía problemas tributarios y corría el riesgo de que le rematen sus bienes. La fundación fue conformada por Edmundo Novillo, gobernador de Cochabamba; Víctor Hugo López, de la FBF; y Guillermo Bazoberry, de la FIFA.
“Desconocemos a la Fundación CAR, y por ello pedimos que haya una nueva administración comandada por la Prefectura, el municipio de Vinto y la FBF. También exigimos que haya nuevos estatutos y reglamentos”, explicó Rolando Viruez, oficial mayor del municipio cochabambino. Agrega que irán hasta las últimas consecuencias en sus demandas.
Ante esta posición no hay miras de que haya un acuerdo y ello lo confirma López, que actualmente es asesor jurídico de la federación. “La verdad, no hay avance en las negociaciones, que están estancadas. Piden hacerse cargo y no tienen presupuesto asignado para el mantenimiento de la infraestructura”, explica el expresidente de Wilstermann.
Mantenimiento mínimo
El arquitecto Guillermo Bazoberry, representante de la FIFA en la fundación, explicó que hay dos cuidantes que viven en el CAR, y que realizan un mantenimiento mínimo de las obras. “El sueldo de ambos sale de la fundación”, explicó Bazoberry. En los pocos más de 10 años que están terminados los escenarios del lugar la FBF gastó $us 45.000 en tres refacciones.
Con el poco cuidado no es de extrañarse que buena parte de las obras se estén destruyendo, es el caso del camarín de los jugadores, que tiene filtraciones de agua y la pintura prácticamente no existe; en el coliseo, que es el más destruido, abundan las goteras y el parqué se ha despegado totalmente. El techo también está en malas condiciones.
En lo que se refiere a las dos canchas proyectadas, solo una se ha terminado, pero la grama ya está dañada; las cabañas para el cuerpo técnico y la residencia deportiva para los futbolistas son los espacios con menos deterioro. En la primera construcción las puertas, que muestran rajaduras, son las más afectadas
CHILENOS MARCAN LA DIFERENCIA EN OBRAS
El ente matriz del fútbol chileno ejerció su paternidad para distribuir el pan entre todos sus hijos. De ese modo, no hubo quejas y el bocado fue digerido por cada una de las filiales.
Bajo esa política se encaró obras como: cinco campos reglamentarios, construcción de diversas aulas en centros deportivos, áreas de tecnificación y oficinas administrativas, canchas de césped artificial con iluminación artificial, vestuarios y graderías.
Entre el 15 de octubre de 2003, el 15 de marzo de 2006, el 1 de diciembre de 2009 y el 15 de marzo de 2010, de un total de $us 2.150.000, la FIFA concedió $us 1.300.000 para que la federación chilena encare esas obras en 14 diferentes ciudades de todo el país.
Las beneficiadas fueron Calama, Calera, Concepción, Constitución, Coquimbo, Iquique, La Florida, La Serena, Santiago, Talca, Temuco, Valparaíso, Viña del Mar y Rancagua. En ninguna de las regiones hubo quejas
Fuente: Informe especial de J. C. MONTAÑO – C. URQUIZO publicado en el EL DEBER