No es lo más normal, hace 15 años que no pasaba, la Argentina y todos sus miedos a la altura, lograron la hazaña, lo imposible, eso que para ellos era casi inhumano, ganaron en La Paz. Y lo hicieron bien, porque Bolivia fue prácticamente un equipo entregado sin saber sostener un resultado y un ritmo de competencia de este nivel élite.
Bolivia encontró el camino con el infalible Marcelo Martins ante la Argentina, anotó su quinto gol a la Albiceleste y se convirtió en el jugador que más goles le ha metido en la historia de la Eliminatoria, con razón lo ponen al nivel del Diablo y Ugarte en la Argentina, es que el Matador lo tiene ganado, pero el problema es que en esta selección de César Farías estuvo sólo, a Chumacero, como en el Puebla, se le acabó rápido la gasolina, al resto, salvo Carlos Lampe, como en Brasil, no les dio la talla para este nivel de jerarquía.
Y Argentina se dio cuenta que con sólo correr un poco más y ser precisos, podían tomar el pulso del juego en La Paz, su corazón seguía funcionando, y de repente el cuco de la altura se comenzó a desinflar como el medio campo boliviano. Messi jugó su mejor partido en La Paz, corrió como nunca y ganó como nunca antes. Lautaro Martínez fuer fundamenta, forzó el error de Carrasco en el empate, y le sirvieron el gol a Correa para el triunfo.
Así, sin mucho más que orden, y calma, Argentina superó a la frágil Bolivia y le perdió el miedo a los 3600 metros de altura. Porque un día volvió a ganar en La Paz, fue ese mismo día que Messi, el mejor del jugador del planeta, pisó por última vez el césped del Hernando Siles, un reducto que nunca lo vio hacer un gol, pero ya perdió su invicto y el 10 se llevó los puntos de ese: “imposible lugar”.