Yo no sé cuántos años tenían ustedes, tampoco sé donde estaban, pero les puedo garantizar que a todos los bolivianos que tenemos recuerdos de aquel 18 de julio de 1993, nos va a coincidir una misma sensación en el recuerdo: La alegría.
En mi caso tenía sólo diez años, no puedo recordar el esquema que uso Bolivia, aunque claro, luego lo volví a ver y lo leí, y supe que fuimos con Darío Rojas; Carlos Borja, Marcos Sandy, Gustavo Quinteros, Miguel Ángel Rimba, Luis Héctor Cristaldo; Julio Baldivieso, Erwin Sánchez, Milton Melgar; Marco Antonio Etcheverry; y William Ramallo, en una alineación que no tuvo al Loco Trucco por lesión, después, salía casi de memoria en ese 5-4-1.
Luego los recuerdos son sólo alegrías, el grosero error de Darío Rojas, lo recuerdo viendo el resumen del partido, se borró por completo, porque mi memoria guarda los recuerdos esenciales de aquel día, el empate con ese bombazo de Platiní, el taco con rosco de Baldi para el 1-2, y claro, al Diablo desparramando venezolanos para que le “robe” el golazo Ramallo, son cosas que quedaron marcadas.
Recuerdo que en cada uno de los siete goles, salía corriendo con los brazos en alto del cuarto de mis papás al balcón de aquella casa en Miraflores, y me perdía las repeticiones, pero sentía una alegría inmensa que cuando volvía frente a la tele, sentía una especie de taquicardia futbolera. Tan grande que al recordar ese partido, se me vuelve a erizar la piel, nunca más volvimos a golear así fuera de Bolivia, nunca más nadie en Sudamérica hizo una diferencia así jugando de visitante, nunca más volví a sentirme mareado de tanto gritar goles.
Ese fue sólo el inicio del camino…
-EL RESUMEN-