Quienes lo vieron jugar, lo ubican como uno de los futbolistas más talentosos que llegó al país. A la altura de campeones del mundo como Jairzinho y Daniel Valencia. Y no olvidan que, en la Copa América de 1979, dejó en el banco de suplentes de la selección argentina al mismísimo Diego Armando Maradona. Pero lo más impactante es que incluso quienes no tienen edad para haberlo disfrutado, en un país sin mucho archivo relacionado al fútbol, han escuchado hablar de la calidad que tenía dentro del campo de juego, y de lo mucho que significó para Bolívar.
La ’10’ del cuadro celeste estará eternamente relacionada con Carlos Ángel López, el hombre de la zurda prodigiosa, los pases largos al pie y los golazos irrepetibles. Por eso es una camiseta tan pesada. Porque aún hoy, casi treinta años después del retiro del argentino, está relacionada con el talento, la prestancia y un fútbol que cada vez se ve menos, con un hombre que manejaba los tiempos de los partidos y se hacía cargo de hacer jugar a sus compañeros. Un bastonero, por así decirlo, que hoy enfrenta la extinción ante la preponderancia del juego físico.
No habrá otro igual. Y si surge alguno parecido, sería impensable verlo en una liga tan poco competitiva como la boliviana. Sus tiempos parecen cada vez más lejanos. Pero los casi siete años que le regaló al fútbol nacional quedarán para siempre en la retina de quienes lo disfrutaron. Y su leyenda, la leyenda del Zurdo, nunca quedará al margen de la historia. Porque cada que alguien estampe el ’10’ en la camiseta de Bolívar, pensará en Carlos Ángel López.