MOSCÚ. Ya no es lo mismo caminar por la peatonal Nikolskaya, o ir a la Plaza Roja a pasar el tiempo, cada vez somos menos los latinos en Rusia, se siente, la ausencia de la fiesta, del colorido, comienza a desvanecerse en el día a día Moscovita y en la nostalgia de saber que comienza la última semana de la Copa del Mundo.
Aún aparecen grupos de Argentinos cantando por Messi y Maradona, colombianos bailando, méxicanos con sombreros, brasileños disfrutando, pero ya somos pocos, cada vez quedamos menos y las sensaciones de que estamos cerca del final se apoderan de nosotros.
La primera gran reflexión que hacemos al iniciar esta última semana, es que la Copa del Mundo nos va a extrañar, de eso no queda duda. La segunda gran reflexión es que nosotros vamos a extrañar Rusia, que lugar, que gente para ganarse nuestro cariño y viceversa.
La otra reflexión que hacemos tiene que ver con el por qué nos fuimos tan rápido, por qué se expuso tanto la brecha Sudamérica – Europa en Rusia, los motivos son varios, pero los principales están en nuestras estructuras, en nuestras bases, en nuestras formas de encarar institucionalmente al fútbol, quizás sea el tiempo de replantearnos modelos actuales que tienen éxito, quizás sea el tiempo de escuchar más al Maestro que al Chiqui Tapia, quizás sea tiempo de entender que si seguimos así, nos vamos a quedar muy solos en el sótano del mundo futbolístico.
