Los clásicos son así, los análisis previos siempre pueden quedar en nada cuando hay un duelo táctico en el campo, y el primer Clásico Paceño del 2018 dejó en claro que Carlos Ischia y el Tigre ganaron el partido desde la pizarra y lo llevaron al campo de juego.
Disciplina Táctica: Es que pasó algo similar a lo que pasaba el año pasado de manera inversa, el Tigre trabajó toda la semana pensando como neutralizar a Bolívar, ese fue el primer objetivo y la primera gran clave. Edis Ibargüen y Jhasmani Campos tuvieron como primera tarea bloquear a los laterales Celestes, la estrategia funcionó a la perfección por el orden táctico del cuadro de Achumani.
El trivote atigrado: Con Diego Wayar como puntal los tres volantes de marca del Tigre tuvieron el control del partido en un bloque imposible de quebrar por Bolívar. Mucha marca, siempre atentos a la anticipación y con mucha seguridad en la salida, acá fundamental Castro otra vez, neutralizaron toda conexión o sociedad de juego en Bolívar.
Los centrales: Edison Carcelén y Fernando Marteli se encargaron de desgastar a Riquelme, prácticamente no lo dejaron tocar una sola pelota, por aire o por tierra. El ecuatoriano tuvo un partido consagratorio, mientras que Marteli, expuso un liderazgo nuevo en el equipo.
Con estas tres claves dispuestas por Ischia, el Tigre ganó el Clásico, claro, los goles del ecuatoriano a los seis minutos y el tanto del colombiano en el momento que expiraba el partido, fueron determinantes, pero en el desarrollo del juego, el argentino sacó todas sus habilidades tácticas para superar al Bolívar de Vinícius.