El estadio de Sacaba debutó con mas problemas que soluciones, si bien en la previa el mismo equipo atigrado había quedado algo conforme con el campo de juego, se hizo imposible disimular las pobres condiciones del suelo para la práctica de un torneo profesional, pero a todo eso se sumó la mala organización – y lo que es más grave – la poca seguridad.
El estadio no está lejos de la ciudad, los accesos no fueron un problema, de hecho al Tigre le tomó el mismo tiempo que usa en llegar desde Achumani hasta el Siles en La Paz. Pero el estadio no está apto para un evento de este tipo de eventos, y de partidos de alto nivel o riesgo respectivamente.
El conocer un nuevo estadio y el que se juegue un partido con tanta trayectoria en la Liga, hizo que mucha gente se diera cita a Sacaba, pero se encontró con problemas de logística básica, nadie sabía por que puerta ingresar, o dónde comprar entradas.
Durante el partido los problemas -además de no poder controlar la pelota- se fueron a las tribunas. La barra del Tigre estaba acordonada por la Policía Nacional, desde afuera surgieron bombas de estruendo que cayeron sobre el campo de juego. En un desesperado e improvisado operavio la Policía lanzó gases que afectaron al público y los futbolistas y tuvo que detenerse el juego por casi 15 minutos.
La policía actuó rápido y se pudo reanudar el partido pero esa situación debía habérsela evitado teniendo en cuenta que dos cuadras a la redonda del estadio estaba acordonada en la previa, pero cuando comenzó el partido, el operativo de seguridad se desmontó de manera irresponsable.
En conclusión, el partido en Sacaba, parece ser un debut poco auspicioso para un estadio que tiene problemas incluso con la luz solar y artificial, en una construcción mal planificada para la práctica profesional del fútbol. Que no contó con el apoyo logístico adecuado y careció de sistema se seguridad.
