A falta de una fecha para la conclusión del certamen, Bolívar dejó atrás los fantasmas del año pasado y se consagró campeón liguero por vigesimaprimera vez en la historia completando una gran campaña, que se apoyó en varios momentos fundamentales.
La explosión de Ronnie. Le costó adaptarse. Durante sus primeros partidos, salvo algunos destellos de calidad, no pudo mostrar su mejor versión. Sin embargo, cuando llegó el Clásico Paceño apareció en su máxima expresión y se mantuvo en un nivel superlativo durante el resto del torneo.
Golazo salvador del Conejo. La Academia perdía por la mínima ante Oriente Petrolero –uno de sus escoltas– y estaba cediendo terreno importante en la lucha por el título, hasta que Juan Carlos Arce apareció con un gran remate de tiro libre y rescató un punto importantísimo.
La consolidación de Justiniano. Ya se había ganado un lugar en el torneo pasado, pero este año se hizo inamovible y le sumó goles importantes a su participación en el equipo. Mojó contra San José, The Strongest (por duplicado), Sport Boys y Nacional Potosí.
Solidez defensiva. La llegada de Dituro y Raldes dio mucho rédito. El argentino fue garantía durante todo el torneo y el Gran Capitán aportó solidez y experiencia al fondo celeste, que además tuvo a un Gutiérrez en gran nivel y a tres laterales con mucha dinámica (Rodríguez, Flores y por momentos Morales).
Imbatibles en casa. Jugando en La Paz, tanto en Tembladerani como en Miraflores, Bolívar sumó todos los puntos en juego, goleando y desplegando buen fútbol en varias ocasiones. Si derrota a Oriente Petrolero en la última fecha, cerrará una campaña perfecta.