Raúl Castro se ha convertido en el cerebro del equipo de César Farías, quizás -injustamente- desplazado en el podio de las grandes estrellas del equipo por el gran momento goleador de Alejandro Chumacero y el siempre importante Pablo Escobar, pero el jugador paceño es el titiritero del equipo de Achumani.
Con la pelota en los pies es un lírico, piruetas, elegancia, cabeza levantada, precisión, uno de esos jugadores que se ven poco en el mundo en estos tiempos, ha ganado confianza, porque a todas esas sus características de juego que desplazaba en la Asociación de Fútbol de La Paz, y que lo llevaron a la primera del Tigre, le ha sumado marca, le ha sumado desplazamiento y sobre todo seguridad en su juego.
Raúl Castro es uno de los pocos casos que lograron dar el salto de una AFLP sin rumbo, al profesionalismo; Fue a probarse al Tigre y en una semana no sólo lo ficharon, lo hicieron debutar, Eduardo Villegas lo eligió de un grupo de jugadores. No era juvenil, pero era un diamante en bruto, debutó en primera con 23 años, ahora tiene 27, cuatro años jugando en la Liga y se ganó un lugar casi de inmediato: Suma 131 partidos en Bolivia, 24 en Copas con el Tigre, cuatro en la Selección de Bolivia. Ha anotado siete goles en total en su carrera profesional.
Pero lo principal en Castro no es la definición, es la creación, la generación, en este 2017 César Farías lo ha convertido en el director de orquesta de este Tigre goleador, con la elegancia que le da Castro, su juego se ha transformado en efectivo y eficiente para el equipo.
El Comandante que creció en las canchas de tierra de Irpavi, paso a jugar en las canchas de césped de Calacoto en la Asociación, y ahora, vive su mejor momento en el Siles, sin duda es una de las claves atrás del momento futbolístico del mejor Tigre de la historia.