Lapidario. “Benfica no volverá a ser campeón europeo sin mí. Me voy”. Béla Guttmann, el DT húngaro que estuvo en el club entre 1959 y 1962 y 1965-66, lanzó un dardo venenoso sobre el equipo y pegó el portazo. Padre fundador del gran Benfica de los 60, tenía, junto al crack Eusebio, todo para ser parte de un club que podía ser el sucesor de Real Madrid. Sin embargo, su salida del Benfica no fue pacífica. Según los testimonios de jugadores de aquel conjunto, la dirección del conjunto lisboeta tuvo dificultades en satisfacer las exigencias económicas de Guttmann, que nacieron después de un curioso embrollo. “Cuando él llegó a Benfica, dijo que quería poner un premio si ganaba el título continental. Benfica dijo que sí pensando que seguramente no íbamos a ganar”, rememoró en una reciente entrevista el ex futbolista António Simões.
Esta tarde, en Holanda, Benfica tendrá ante Chelsea un doble propósito en la final de la Europa League: lograr un título europeo 23 años después de perder su última final y deshacer de paso la “imbatible” maldición del único entrenador que le hizo campeón continental dos veces (1961 y 1962), el húngaro Béla Guttmann, quien predijo al coloso portugués una larga sequía.
Sucedió que los portugueses, que habían ganado la Copa de Europa en 1961 al Barcelona de Luis Suárez, Kubala, Kocsis y Csibor contra todo pronóstico, derribaron en la final de Amsterdam al poderoso Real Madrid de Alfredo Di Stéfano (5-3) después de ir perdiendo 0-2. “Ganamos y después fue un problema para pagarle. Y, por tanto, hubo algunas dificultades de corresponder a las exigencias de Béla Guttmann. No se quedó”, reconoció Simoes, leyenda viva del Benfica, donde militó entre 1961 y 1975.
Tras la maldición, Benfica perdió seis finales europeas
La maldición del húngaro, con fama de excelente motivador, persiguió al club luso más de medio siglo. Claudicó en las finales de la Copa de Europa de 1963 y 1990 (las dos ante el Milan), 1965 (Inter), 1968 (Manchester United), 1988 (PSV Eindhoven) y en la Copa de la UEFA de 1983, ante el Anderlecht belga. Él mismo fue víctima de su propio “hechizo” en su efímero regreso a Benfica (1965-1966), eliminado en los cuartos de final de la Copa de Europa por el United por una abultado 1-5 en Lisboa y 3-2 en Manchester.
Esta tarde, ante Chelsea y en Amsterdam, el mismo escenario en el que se proclamó europeo en 1962, el Benfica del entrenador Jorge Jesús busca ajustar cuentas con el pasado y dar una alegría a una de las aficiones más numerosas y devotas del planeta. Sus cerca de 200.000 socios oficiales se unen a una legión de simpatizantes que rondan los cinco millones (la mitad de la población de Portugal), según cálculos extra-oficiales.
Quienes más creen en esta “maldición”, sostienen que la frase comenzó a tener efecto en la Intercontinental de 1962, aunque no signifique un título europeo. A final de ese año, perdió el cruce con el Santos de Pelé. Después, la final de la Copa de Europa de 1963 empezó a confirmar las sospechas.
Guttmann nació en Budapest en 1900 y murió en Viena en 1981. Famoso por la “maldición”, su legado futbolístico fue mucho más que eso: fue un destacado volante de MKT Budapest, estuvo en los Juegos Olímpicos de París de 1924 y brilló como DT en Hakoah Viena, Enschede de Holanda (actual FC Twente), Pádova, Triestina, Milan y Benfica. En el equipo rossonero, Guttmann no llegó solo. Se llevó desde Triestina a un tal Cesare Maldini, el padre de Paolo y ex DT de la selección italiana.
Un verdadero trotamundos del fútbol, su foja como entrenador es extensa. Estuvo en Hungría, Holanda, Rumania, Italia, Chipre, Brasil, Portugal, Uruguay, Austria, Suiza y Grecia. Pero un paso entre Triestina y APOEL Nicosia, en 1952, causa sorpresa en el fútbol local: registra partidos en el banco de Quilmes.
Fuente: Canchallena.com
La previa
La espera llegó a su fin. Amsterdam será el escenario donde Benfica y Chelsea se enfrentarán en la gran final de la Europa League, donde ambos disputarán un duelo que promete emociones y, por encima de todo, buen fútbol.