Dicen que un equipo tiene el alma de su capitán y Bolívar ha encontrado en Juan Carlos Arce, ese líder que le faltaba en la cancha. No porque Walter Flores o Nelson Cabrera no lo fueran, son líderes natos, pero Juan Carlos le suma algo, el alma, el espíritu de juego, es un capitán que representa al equipo ante la autoridad, pero también con la pelota en los pies.
Bolívar juega bien si Arce juega bien, y aunque en Potosí Juan Carlos no hizo goles, participó en casi todos, fue clave una vez más. Su sociedad con Juan Miguel Callejón justifica el liderazgo de Bolívar, entre ambos han logrado ensamblar un estilo de juego frontal, incisivo y decisivo. Son armadores, son goleadores.
Juan Carlos Arce tiene un espíritu de juego en equipo, no es individualista -aunque le sobra técnica- es un ex delantero, ahora dedicado a jugar de media punta, casi volante armador. Genera mucho fútbol y evita las polémicas. Juega golpeado, lesionado, o como en Potosí con el dedo pulgar fuera de lugar, él siempre quiere estar. Beñat y Bolívar encontraron en él a un líder de la estirpe bolivarista.
