La peor derrota, en el peor momento, además de todas las miserias a las que nos vienen sometiendo en el día a día los dirigentes, la Selección y el equipo de Ángel Guillermo Hoyos le sumaron un partido de terror.
Nunca estuvimos en el Monumental de Maturín, nunca hubo un medio campo, la solidez defensiva se derritió por el calor o es que nunca hubo un plan, ¡jugó Zoch! y no jugó Smedberg, tampoco estuvo -hasta el minuto 80- Jhasmani Campos, ergo no había apuesta tampoco a la pelota parada. Veizaga levantaba los córners, Raldes era el que intentaba generar fútbol. Fuimos a improvisar y nos comimos cinco. Y no, no es que un triunfo hubiera cambiado la asquerosa realidad a la que nos ha mandado esta ineficiente e incapaz administración deportiva.
Pero esta vez el equipo no tuvo respuestas, -soluciones aunque sea efímeras a nuestros problemas en cancha- no hubo nada, fuimos una seguidilla de errores, un compilado de bloopers, pecamos de inexpertos, inocentes a pesar de la gran cantidad de partidos internacionales de varios.
La Selección de Bolivia está a poco de superar un récord mundial, suma 52 partidos sin poder ganar fuera de casa, algo que hasta la fecha está en manos de Luxemburgo (con 53), y salvo un milagro o un cambio de mentalidad sincera en esto que el DT le llama “el grupo bárbaro”, ese dato irá incrementándose.
Estamos en el peor momento de nuestra historia, y si no lo asumen quienes están al mando de cada uno de los sectores que administran el fútbol -FBF, Liga, ANF, FABOL, Comisión de Selecciones, etc- vamos a seguir cavando al fondo del fondo.
