El equipo de Sergio Oscar Luna hizo un gran partido. Complicó más de lo que tenía en mente el equipo Lila, le hizo un gol –y le pudo hacer más– lo anticipó y le cerró los caminos, a pesar de haber comenzado perdiendo. Real Potosí no tuvo más chances de gol que ese cabezazo de Alpire.
El Tigre, lleno de “cachorros”, lo empató con un gol del yungueño Percy Loza. Segundo partido con la primera y primer gol para el chico de 19 años, que le dedicó el tanto a su mamá en el trópico paceño. Pero al buen partido del Tigre le sobraron minutos. Ya pasados los sesenta, el resto físico no era el mismo. Los anticipos quedaban cortos, las salidas ya no tenían profundidad y, en el mano a mano, los Lilas sacaron chapa de ligueros.
¿Qué pasó? La sangre nueva en Bolivia no está acostumbrada a jugar partidos de noventa minutos con tanta intensidad y exigencia (mental y física). Nuestras inferiores carecen de torneos con competencia constante en el año. A eso, se suman los nervios y el estrés, propios de varios chicos que debutaban en primera.
Todo sumó. Le sobraron al menos diez minutos, justo esos donde Antonio Rojano encontró el gol, cuando Real comenzó a manejar los tiempos y el ahogo de los chicos. Lo dijo De la Torre, su equipo ganó por experiencia. En el fútbol, los chicos dieron la talla; faltó físico y saber administrarlo en los noventa.