La historia más sublime del fútbol en Navidad

La tregua de Navidad en plena Primera Guerra Mundial tuvo a la pelota de fútbol como protagonista, una historia imperdible de paz y hermandad.

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Aparte de balas y sangre, la Primera Guerra Mundial nos regaló una de las situaciones más sublimes en la historia del fútbol y de la humanidad.

En la Navidad de 1914, el káiser Guillermo II dio la orden para que los soldados alemanes recibieran más comida, más vino y, por supuesto, los tradicionales arbolitos.

Por inverosímil que parezca, las trincheras germanas en Ypres (Bélgica) lucieron bastante coloridas aquel 24 de diciembre, para en la noche empezar con los villancicos… La sorpresa de los aliados fue brutal; no podían creer lo que veía. Pero en lugar de aprovechar la ocasión para aniquilar a todos, decidieron responder con cánticos y, tímidamente, iniciar la celebración.

De hecho, cuenta la historia que varios soldados se animaron a salir de sus trincheras para desearse una Feliz Navidad, intercambiando cigarrillos, chocolate, etc. Incluso se dieron tiempo para enterrar a sus camaradas caídos y organizar una ceremonia conjunta.

Pero eso no fue todo, pues al día siguiente continuó el ambiente festivo. Para entrar en calor, un soldado escocés sacó un balón de fútbol.

Ambos bandos construyeron sus porterías como pudieron, y pese al gélido clima los soldados se mostraron entusiastas en ese encuentro, que no tuvo árbitro, pero sí un apegado respeto a las reglas del juego.

El partido duró una hora, con triunfo para los alemanes. La fiestaterminó cuando el Oficial en Jefe del bando teutón se enteró del asunto, y dio órdenes de regresar a las hostilidades lo antes posible.

A continuación, un extracto de una carta escrita por el teniente Johannes Niemann.

“Un soldado escocés apareció cargando un balón de fútbol, y en unos cuantos minutos ya teníamos juego. Los escoceses hicieron su portería con unos sombreros raros, mientras nosotros hicimos lo mismo. No era nada sencillo jugar en un terreno congelado, pero eso no nos desmotivó. Mantuvimos con rigor las reglas del juego, a pesar de que el partido sólo duró una hora y no teníamos árbitro. Muchos pases fueron largos y el balón constantemente se iba lejos. Sin embargo, estos futbolistas amateurs a pesar de estar cansados, jugaban con mucho entusiasmo. Nosotros, los alemanes, descubrimos con sorpresa cómo los escoceses jugaban con sus faldas, y sin tener nada debajo de ellas. Incluso les hacíamos una broma cada vez que una ventisca soplaba por el campo y revelaba sus partes ocultas. Sin embargo, una hora después, cuando nuestro Oficial en Jefe se enteró de lo que estaba pasando, mandó a suspender el partido. Un poco después regresamos a nuestras trincheras y la fraternización terminó. El partido acabó con un marcador de tres goles a favor nuestro y dos en contra. Fritz marcó dos, y Tommy uno”, relata.

Después de dicha orden, ambos bandos regresaron a sus trincheras y la fraternidad terminó.

Hay quienes aseguran que la ‘tregua’ se extendió a otras zonas de guerra, y que incluso duraron mucho más tiempo que ésta. No obstante, sólo hay pruebas de la existencia de aquella en Ypres, sede del partido de fútbol más ‘amistoso’ de la historia.

Fuente: Terra

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